viernes, 2 de septiembre de 2011

El hombre del piano...



Esta es la historia de un sábado, de no importa que mes, y de un hombre sentado al piano, de no importa que viejo café...
Toma el vaso, y le tiemblan las manos apestando entre humo y sudor, y se agarra a su tabla de naufrago, volviendo a su eterna canción...

Toca otra vez viejo perdedor... haces que me sienta bien, es tan triste la noche, que tu canción sabe a derrota y a miel...

Cada vez que el espejo de la pared le devuelve más joven la piel, se le encienden los ojos y su niñez viene a tocar junto a él.

Pero siempre hay borrachos con babas que le recuerdan quien fue, el más joven maestro al piano, vencido por una mujer...

Ella siempre temió echar raices que pudieran sus alas cortar, y en la jaula metida, la vida se le iba y quiso sus fuerzas probar...

No lamenta que de malos pasos, aunque nunca desea su mal, pero a rato con furia, golpe al piano, y hay algunos que le han visto llorar...

Toca otra vez viejo perdedor, haces que me sienta bien, es tan triste la noche que tu canción sabe a derrota y a miel...

El microfóno huele a cerveza, y el calor se podría cortar, solitarios oscuros buscando pareja, apurandose un sábado más...

Hay un hombre aferrado al piano, la emoción empapada en alcohol, y una voz que le dice, pareces cansado, y aún no ha salido ni el Sol...

Toca otra vez viejo perdedor, es tan triste la noche, que tu canción, sabe a derrota y a miel...

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